martes, 7 de julio de 2015

MI VIEJO PIANO


El sonido de las teclas se entrelaza en las tristezas de mi alma obscurecida. Arrancando notas a fuerza de combinar angustias, dolor y ausencias y así me encuentro yo, solitaria sentada frente al piano. Me dejo llevar. Sonata Claro de Luna- Beethoven- se desgrana lacrimosa en su recuerdo entre su presente que es ausencia y mis dedos que recorren frágiles y temblorosos el teclado de mi viejo y amado piano. Por la ventana abierta sigilosa entra la luz de luna como ambientando la obra ejecutada...mientras recorre el cuarto creando suaves y traviesas sombras que sigilosas danzan al compás de la tristeza. Alguna de ellas salta hacia mis manos convirtiendo en arpegio lo que fuera acorde. Otras mecen mi columna en el vaivén del gozo concentrado (máximo éxtasis de placer) absorbida por esa música de y para el alma. Caen húmedos y suaves mis cabellos al compás de inspiradas notas. Subterfugio de la imperfección mejor ejecutada.
De pronto estremecida mi nuca evoca un antiguo recuerdo descarnado e intempestivo, por años ahogado en el arcón de mis dolores escondidos...irreverente, llega hasta mi ahora atormentada mente "la voz que mata" esa voz femenina autoritaria y desquiciada que golpeando la superficie suave de mi piano en aquel mi pasado mas lejano. colocó despiadada un metrónomo (aparato infernal de matemáticas restringidas) " para que ajuste los tiempos" que sería como ajustar mis sentidos a la métrica de una vieja y amarillenta partitura que jamás leía.
En ese momento me veo (recuerdo) a mi misma, levantando en el aire el odioso objeto y con fuerte impulso estrellarlo contra una pared obscura. Las destrozadas piezas compusieron sin así quererlo el Réquiem funerario de una concertista en ciernes. Resonando aquel abrupto eco aquí en mi mente, se deshilan las sentidas notas...el embrujo, la magia.
Nació el silencio solo roto por el estremecido sollozo de mi alma. Poco a poco se desvanece todo...Beethoven, Claro de Luna y hasta la luz de luna dejando apenas entrever que también se había consumido en realidades, hasta mi viejo piano. En el cuarto solo se vislumbran polvorosos muebles contra paredes descascaradas de humedad y la peor de las ausencias.Mi última obra en el teclado. Ha muerto una pianista, allá hace muchos años .Sus sentidos se apagaron ejecutados por el puñal de la métrica, los tiempos y el álgebra musical. Pues ella, la pianista, ejecutaba con los tiempos del alma y no el de las corcheas. Incomprensión de una " docente" debió aquella comprender que el autor dejo volar su alma para crear esas partituras y espera lo mismo de sus interpretes. Nunca la ejecución exacta de aquello que imprimió en papel como una guía...una pista de despegue al vuelo inconmensurable del arte mas sublime..
El fantasma me visita a veces, cuando escribo....ya no toco. Y me deja siempre clavada en el recuerdo de lo que fue...y ya esta muerto. Solo a veces respira en mis palabras, a través de mi inquieta pluma.-

 MARCELA ISABEL CAYUELA(Autobiográfico)
(Todos los Derechos Reservados)
 Marzo 2015- San Miguel de Tucumán.-

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