sábado, 11 de julio de 2015

BARRERAS DESTROZADAS

BARRERAS DESTROZADAS
Hay una lágrima en el reflejo que devuelve mi mirada. Es una lágrima oculta, una lágrima negada.
Es que, comprende, me ha dolido tanto el fracaso de nuestro esperanzado reencuentro, que inconsciente y perturbada, busqué bajar cada persiana, asegurando las ventanas, clausurando todas las entradas…encerrando cada sentimiento.
Negando la añoranza.
Cuando de pronto, leyendo unas letras inspiradas, la imagen del océano reflejado en tus verdes ojos vino a mi desconsolada, pidiendo a gritos una oportunidad negada.
Dejé que el día se pusiera gris ante mi alma y entreabrí apenas las sólidas puertas de mis verdaderos sentimientos encubiertos.
Temblaron mis piernas, perdí el aliento. Un corazón sentido y palpitante me sacude estremecido en lo más recóndito de mis profundos temores.
En ese lugar obscuro y húmedo donde un día lastimada encarcelé mi amor…y tu recuerdo verdadero.
Esa mirada que cruzamos por una avenida de un país cualquiera, como extranjeros. Me perdí en tus ojos…y tú en los míos.
Fuiste mi alma y mi sustento a partir de esa mirada. Éramos uno y éramos dos en la pasión y en los proyectos….inseparables.
Y llegó el día en que la tragedia (una de tantas que tuvimos que juntos enfrentar) tocó rotunda las puertas de nuestro castillo hecho de arena y de diamantes. La cruda e inesperada enfermedad sesgó de mis labios la sonrisa. Mató en mi vientre al niño que anhelantes esperábamos. Y en un viejo hospital de un pueblo arcaico en las alturas, me dejaron morir desangrada en medio de una noche y de tu ausencia.
Desde donde estabas esa noche esperando el alba para verme, viste mi fantasma etéreo reflejado en los espejos…despidiéndome…..y corriste, corriste y corriste. Pateaste puertas, gritaste golpeaste y suplicaste. Por tus actos me volvieron a la vida.
Al despertar…solo pude hundirme en la desesperación de tu mirada.
Zambullirme en ti. El hombre que más me amo.
Ojos verdes…piel naranja, abrazado a mi cintura, sollozando como un niño sobre mi vientre hueco y mi pecho apenas palpitante.
La historia es larga…enunciarla sería casi una novela. Solo rescato aquel
recuerdo, mientras mis ojos recuperan el presente…y esa lágrima reflejada en
la ventana.
Ahora lo sé, aún estás allí, en lo recóndito de mi alma enamorada.
Me acerco aún más al cristal de la ventana y más allá del velo gris,
decepcionado, encuentro de nuevo el viento jugando en tu cabello, tus ojos
verdes…y me pierdo en tu mirada.
Sé que no estás, que jamás será lo mismo, pero el recuerdo rescatado me ha
devuelto los sentidos de mi alma enamorada.

MARCELA ISABEL CAYUELA
(Todos los Derechos Reservados)
Julio 2015 – Argentina.-

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