jueves, 23 de julio de 2015

LA SOLEDAD Y YO


La soledad toca mis puertas , casi siempre de noche o aun al alba. Es que la llevo conmigo cobijada en mi existencia sin amigos, sin palabras, sin sonidos.
La soledad tiene un sitio aquí en mi casa, entre el medio de las risas, los parientes, sus andanzas.
La soledad me hace un guiño en la complicidad de los rincones, para recordarme su presencia inquieta y anhelante de mi atención a su existencia.
La soledad es mi muda compañera, ella llora cada una de mis lágrimas.
Cuando al llegar la noche, busco palabras ante el silente espacio en blanco de una respuesta que no llega…palmea mi espalda y en mi mente susurra cálida—Ves? Te lo dije…no hay nadie mas allá de la pantalla.
La soledad se sienta al lado mío cuando mascullo decepciones de indiferencias por los años anunciadas.
La soledad se irá conmigo cuando mis días agoten sus madrugadas.
Yo esperaba más de esta vida, construí como éste castillos sobre el agua de mis lágrimas.
Imaginé mil formas de cobijar amigos que me sostuvieran cuando mis pasos tambalearan.
Pero nada es cierto, nada dura…la soledad ya es ahora mi única morada.
Compañera fiel te pareces a esa muerte por mi tan anhelada.
Se que en poco tiempo emprenderemos juntas, ese camino silente sin adioses ni palabras. Sin despedidas ni rases falsas y amargas.
La soledad me ha dicho hoy, mientras escribía versos solitaria.
Que mis palabras son solo viento que impulsa nuestra barca.
Que en este muro escritas, serán tinta abandonada.
Que abandone este sueño y me suba rendida a nuestra nave , que la niebla que el mar levanta disipará el recuerdo de los que se marchan.
Mientras ella conmigo y yo con ella, recitaremos con lágrimas al silencio en que hemos sido abandonadas y mil veces condenadas.

MARCELA ISABEL CAYUELA
Julio 2015 y siempre
(Todos los Derechos Reservados)

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