viernes, 9 de diciembre de 2016

CUANDO SE PIERDE…








Allá, lejos de mí, ríes… callas…pero yo sé que estás
Y  parece mentira, después de tanta vida transcurrida
Tanto silencio, tanta oscuridad y tanta ausencia.
Se oculta el brillo de la estrella y el resplandor de la luna
En esta noche aciaga de memorias desoladas
Una lágrima del cielo se desploma indiferente a éste mi secreto anhelo
De vislumbrarte reflejado entre los  prístinos destellos
Morando la infinitud del  firmamento, que un día fuera nuestro.
Ríes…callas…vives…
A mil  años luz de mi existencia, pero aun así, existes
De algún modo… A tu manera. Ya no importa
Escondido entre recuerdos, disfrazándote de olvidos
Pero vives…
Lo sé y con eso me basta, más allá de las décadas pasadas
Más allá de la distancia, más allá de las mentiras
De la farsa y la indolencia, del rencor y el despecho que forjamos
Intentando desesperados atenuar el desgarro de perdernos
Armas  depuestas, almas impotentes
Ante la condena de una realidad  vestida de imposibles
No. No eras mío…y, sin embargo, nadie me ha pertenecido tanto
Con cada beso, en cada noche, y cada pensamiento
Bebiéndote mi aliento, palpitando en mis latidos
En el cóncavo y convexo, en las luces y las sombras
En la risa y en el llanto, en la calma y la tormenta
Recorriendo cada centímetro de tu cuerpo y también del mío
Fuimos dos fusionados tan solo en uno, durante un millón de sensaciones 
Amando un amor que no supimos defender cuando acaecía el tiempo
Y nos ganó el desgano de sumergirnos en las redes de lo inaccesible
Te faltó el valor…carecí  del temple y la confianza
Se transmutó el dolor en la tempestad de las galaxias
Separándome irreversible  de la esperanza. Ese fue mi error
¿El tuyo?... Dejarme enloquecer. Soltar mi mano empalideciendo fría
Mientras moría lentamente en vida, extirpada del calor de tus abrazos.
Y nuestros dedos dejaron de tocarse a escondidas, se extraviaron las miradas
Llanto que nubla la vista, ojos que niegan verdaderas ansiedades
Allí estábamos los dos…amándonos en el odio que nacía
Intentándolo una y otra vez a través de incontables giros en las manillas del reloj
Pero no eras mío...entones menos que nunca ¿Y yo?
Yo ya estaba muerta, un vendaval apasionado y demencial me arrebató el sentido
No habría…y cual aquí me ven…no hubo retorno.
Jamás volvió la calma, ni la fe, ni la cordura. Sin ti…no quedaba nada
Entonces, sobrevino aquel milagro. Un milagro solo mío. Un milagro que perdiste
Un milagro que negaste…
Te arrebaté lo mejor de tu esencia, de tu ser, de tu sonrisa.
Me llevé el color avellana de tus ojos de payaso triste
La nobleza, la bondad, la misericordia…el amor
Hoy tiene 19 años y es el único hombre valiente de mi vida.
La razón de tu amargura…y la causa de mis momentos de alegría.



(De dolores y verdades)


© MARCELA ISABEL CAYUELA

(Derechos Reservados)


miércoles, 7 de diciembre de 2016

YA NO PUEDO

No puedo no…

No puedo más

Duele…demasiado

Esta feroz ausencia

Que conmina los olvidos

No el tuyo, sino el mío.

Oprime el pecho, robándome el aliento

Lágrimas que ascienden contenidas

Reprimido e insonoro el grito

Sojuzgado… y aun así, perenne

Cruel, desgarrado, irrebatible

¡Cómo duele!...

Ay cómo duele el olvido

No es del amor el abandono

Es que no recuerdo el modo

En que se siente poder…amar














© MARCELA ISABEL CAYUELA


(Derechos Reservados)