miércoles, 5 de agosto de 2015

REFLEJO


No lo sabía, acariciando aquel reflejo en el cristal humedecido, no sabía que había sucedido.
Oscura la mirada dentro de profundas cuencas, apenas si destella imperceptible el brillo de mi antigua vida.
Mi rostro pálido, el cabello mojado y hasta revuelto.
Un rostro sin sonrisa, el pecho tiritando estremecido por el vibrar inminente de un sollozo que va subiendo.
La ropa que me cubre parece haber transitado un fuego eterno y negro…muy negro. Casi como mis ojos, como mi pelo, como el trasluz del vítreo espejo que se inmola inerte tras aquello que ocultan mis espaldas.
Siento frío…siento.
Siento dolor…siento.
Una lágrima se lanza incontenible y desmayada rodando por mi helada faz y muriendo desolada sobre mi pecho.
Todo está oscuro, como muerto.
Noche nueva y nunca conocida que hoy abraza mi existencia.
Acaso existo?...No lo sé, todo es tan nuevo…
Tengo miedo…Y cómo puedo saberlo? Pues, porque lo siento.
Yo no quería esto, ni siquiera lo sabía, unos momentos antes, cuando pequé ante ellos…allá, tan lejos.
Me duele el cuerpo. Levanto mis manos para verlas, despojadas, deslucidas y de poder vacías y tan yertas.
Ni trono, ni cetro. Ni luz, ni destellos.
Aun parada allí, frente al reflejo, percibo la sombra de mi vuelo. Por un instante, me pierdo en los recuerdos.
Me arrepiento. Clamo al cielo, y me responde inerte la indiferencia del firmamento.
Envuelvo con mis brazos mi enjuto cuerpo…y entonces las veo. Pegadas a mi espalda las devuelve negras, reflectadas desde el cristal hacia éste, mi ensueño nuevo.
Dos grandes alas negras como la eternidad del tiempo. No resplandecen ya cual otros momentos.
Y me duele tanto el cuerpo…
De pronto, bajo mis pies, se va abriendo el suelo. Un clamor del alma me
estremece por completo.
No hay perdón a tal pecado, allá de donde vengo.
Bajando la mirada, a mi destino hoy me entrego…Soy un ángel caído,
sumergiéndose lentamente en el humano infierno.
MARCELA ISABEL CAYUELA
Agosto 2015 – Argentina
(Derechos Reservados)

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