sábado, 22 de agosto de 2015

HISTORIA DE UNA JOVEN DARK


Corrías contra el viento enceguecida….buscando libertad. Tu largo cabello rubio ondeaba al compás de los sueños que acunaban tus pocos años de adolescente, despeinado. Tu rostro difuso entre el corrido maquillaje negro que rodeaba tus ojos y tus labios…y aquella lágrima dibujada con cuidado bajo tu ojo izquierdo.
Habías estado llorando, y el llanto continuaba pero ahora disipado por la brisa que te enfrenta acariciante con aromas coloridos que no sientes ni percibes pues te obnubila y ensordece ese grito interno que nace de tu vientre plano.
Largas tus delgadas piernas, parece que fueran a desplegar en vuelo sobre la hierba del camino que te aleja cada minuto un poco más de casa.
Tu intensa mirada brilla con una mezcla de dolor, ira, rebeldía, determinación y apenas una pizca de miedo. Porque sabes…en el fondo sabes, que no tienes dónde ir. Que tu escape sin sentido y repentino obedece a las causas comunes de nuestros jóvenes supuestamente “ incomprendidos” Crees en la guerra, esgrimes tu bandera, alzas tu clamor en protesta; sucumbes a la paranoia y la tristeza sin motivos que puedan constatarse más allá de tu cándida imaginación.
Vestida de negro, le muestras al mundo la ausencia de sonrisas, opacas tus sentidos para no entrar en contacto con el verdadero mundo. Sin embargo aúllas tu dolor inconcreto, indefinido aislándote en la oscura soledad de tu propio ser internalizando desolaciones que ni siquiera llegas a comprender.
Ahora corres…corres. Y no sabes dónde vas. Solo quieres poner distancia entre aquellos que dicen amarte pero para ti son cruel tortura y tu “ supremo “ conocimiento de la realidad del mundo en el que habitas creyendo profundamente conocer…y sin embargo no sabes dónde ir.
Transcurren las horas, no sabes cuantas, los jóvenes como tú no usan reloj. Poco a poco el aire va haciéndose más frío. No traes abrigo, coger uno hubiese sido una actitud de manifiesta debilidad. “El sufrimiento fortalece tus creencias” La debilidad no puede doblegarte, tu vientre duele, hoy no recibiste a regañadientes la merienda de mamá.
La noche comienza a descender sobre tus hombros desnudos y tatuados, tus fuerzas, todo tu impulso disminuye, al igual que las baterías de tu IPod que
nunca abandonas ni siquiera en los almuerzos familiares. La música que te
inspira cesa suavemente distorsionada.
Y te sientes repentinamente hueca. Quitarte fastidiada los auriculares se
asemeja a practicarle una lobotomía a un premio nobel de ciencias. Miras en
derredor…no hay donde recargarlo. Una imagen fugaz viene a tu mente, los
enchufes de tu cuarto en penumbras. Pues ya no están. Estás sola en medio
de la nada. Vestida en cuero negro, con el maquillaje corrido, con frio y
hambre…y sin baterías para tu inspiradora música de Rock Metal Depresive
Dark. Como un Borges con Althzaimer que ha perdido sus letras, te
desorientas, te confundes, el temor va ganando espacio entre la supuesta
fortaleza de tus férreas creencias.
Plan B, recurres a la autocompasión y te lanzas acurrucada sobre ti misma en
la grama descuidada, sollozando. Buscando culpables a tu desgarrado destino.
Madre, Padre, hermanos, docentes, vecinos, el carnicero de la esquina, el
verdulero. Todos conspiradores para éste tu momento crucial de sufrimiento
supremo…sentimiento que necesitas protagonizar. Pero que es un actor sin
público? Los chicos como tú no creen en Dios y aunque lo has intentado,
invocar al Diablo nunca fue muy sincero. Quieres dejarte morir. Castigar de ese
modo a los que no creyeron en tu vana filosofía de adolescente rebelde.
Quieres que sufran.
Qué raro, al principio de tu cambio en Dark, solo querías sentir el dolor en ti
misma sin pensar jamás en los demás. Ellos nunca tuvieron forma de
existencia mientras estuvieron a tu lado, conviviendo contigo. Bajo un techo
que decías odiar, en una mesa que no deseabas compartir, pero lo hacías; una
escuela que detestabas pero te contenía y te ofrecía símiles con quienes compartir tus desvaríos, docentes que despreciabas pero que te enseñaron sobre Kafka y Dostoievski. De quienes tomaste parte de su filosofía adaptándola a tus propias circunstancias. Todo eso tan mundano que tanto detestas…eran tu escenario perfecto.
--Diablos!! Ni siquiera un poco de música que te dé claridad, ya ni siquiera fluyen lágrimas de tu mirada. Solo tiritas tu existencia juntamente con todas tus creencias.
Plan C, acabar con tu vida…sucumbir a ese dolor que siempre te acompañaba y que ahora parece diluirse entre necesidades más humanas, como una plato de comida (aunque sea despreciable) Un techo que te cobije del rocío helado ( aunque sea insoportable) Una cama donde calentar tu cuerpo y descansar tu mente (aunque detestes el beso de buenas noches)…un enchufe para recargar tus baterías y disfrutar durante horas la música de tu iPod…Esa escuela en la mañana, donde seguro encontrarás a tus amigos.
La oscura noche envuelve tu pálida figura…la oscuridad de tu alma se suicida entre los vestigios de tu humanidad necesitada. Al fin y al cabo solo eres un cachorro. Muy desorientado, pero cachorro al fin.
La debilidad la adormeció en la hierba. Ahora sabía muchas más cosas del dolor. Unos potentes faros alumbraron su figura desde el sendero próximo.
En medio de su desvarío pensó -- Aquí termina todo, finalmente. Debo mantener mi actitud, pero quizá un abrazo. En su pequeño cuerpo volaron mariposas por vez primera ante la expectativa de retornar a su refugio, ya
llegaría el momento de la libertad. Ahora solo quería un abrazo, esa comida que no había sabido apreciar y poder descansar.
Desesperados y hasta algo hastiados por su comportamiento sus padres la buscaban desde la mañana sin cesar, Habían recorrido en su vehículo toda la zona.
Bajaron del auto rápidamente y corrieron hacia ella, envolviéndola en una manta la metieron en el asiento de atrás. El iPod quedó tirado abandonado sobre la tierra. Arrancaron el auto y aceleraron hacia la carretera de regreso a la ciudad.
Despertó por la mañana, voces confusas sonaban a su alrededor. Al parecer se había desmayado cuando sus padres llegaron al lugar pues no recordaba nada más.
--Papá, mamá—Murmuró hacia las sombras que la rodeaban, entonces sintió el golpe sobre su rostro, sintió el sabor a óxido de la sangre entre sus labios. Vaya de veras que estaban furiosos! Se quedó muy quieta con los párpados cerrados fingiendo un desmayo (siempre teatral) y poco a poco comenzó a distinguir el sentido de la conversación. –Nos va a dar un buen dinero—decía una voz varonil. Abrió los ojos sorprendida, una aguja se clavó en su cuello.
La oscuridad…Tanto amaba la oscuridad, que cuando comenzó a ver la luz, ya era demasiado tarde. Despertó rodeada de otras jóvenes en un contenedor, hacinada, sin identidad y vendida…Camino a la terrible Osaka, Japón. De donde jamás una joven había logrado regresar con vida. Semidesnuda, aun con hambre y casi sin aire, supo que el Diablo también responde y el infierno existe.
Poco después de que el primer auto desapareciera con la joven para siempre por la carretera, sus padres llegaron al descampado cerca del sendero. Alumbrando con linternas, solo encontraron allí tirado el iPod de su hija, que había huido en la mañana.
MARCELA ISABEL CAYUELA
Agosto – 2015 – Tucumán – Argentina
(Derechos Reservados)

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