sábado, 9 de mayo de 2015

MUNDOS PARALELOS 

Corren lágrimas del cielo.
Corren incontenibles.
Fusionándose con la humedad de mis mejillas. 
Confundiéndose atrevidas. 
Recorriendo lánguidas mi pecho lleno. 
Abrazo mi angustia. 
Cuando con mis brazos envuelvo fuerte mi cintura angosta. 
Se estremece mi vientre por el frío. 
Este estar vacío de su existencia. 
Mi vestido húmedo de lluvias y recuerdos. 
Se adhiere firme contra la curvatura de mis muslos. 
Que un día dibujaron su contorno entre sus manos. 
Mis rodillas tiemblan inseguras. 
Pequeños pies inmersos en profundo charco. 
Son lágrimas del cielo. 
Amarillenta farola balancea su presencia. 
Desde un poste solitario allí en la obscura esquina. 
Justo allí, frente a mi y mi eterna espera. 
No hay sonidos , no hay palabras. 
Sin abrazos ni encuentros anhelados. 
Remembranzas fuerzan ecos en recuerdos. 
De mi mente que divaga. 
Entre el dolor de tu abandono. 
Y la muerte tan deseada. 
Golpea la lluvia mi espalda curva. 
Ya vencida y aterida por el frío de la noche aciaga. 
Y el dolor que me doblega. 
La mirada perdida sin ver nada. 
Entre la lluvia y los recuerdos. 
Entumecido el cuerpo , ya no siente. 
Anestesiada el alma , se estatiza. 
Una figura solitaria. 
Justo al medio de la noche. 
Se mantiene rígida e incólume. 
Sin futuro ni pasado. 
Sin donde ir ni regresar. 
Me quedo inmersa en aquella nada 
El ruido de los coches, las luces y la gente. 
En avalancha emergen de la nada. 
En una cálida noche de verano. 
Sin embargo, al pasar por la farola. 
Todos sienten la presencia. 
Un atrevido frío que cual brisa. 
Se inmiscuye silente por las ventanillas. 
De sus multicolores coches. 
Y aquellos caminantes. 
Se preguntan que extraña sensación 
Les borra por completo la sonrisa. 
Y enmudece sus discursos animados. 
Las fuerzas me abandonan. 
Caigo fuerte de rodillas. 
Salpicando agua hacia los lados. 
Transeúntes sorprendidos se preguntan. 
Desde dónde aquellas gotas les han golpeado 
Pues el cielo les cubre diáfano. 
Y el pavimento seco no es culpable.
Solo triste y solitaria. 
La farola de la esquina. 
Es mudo testigo de la escena paralela. 
Ella puede verme. 
Solo un fantasma torturado. 
En aquella dimensión alterna. 
Entre el cielo y e infierno 
Ni una ni la otra. 
Saben de su mutua existencia. 
Ni sospechan del lugar hoy compartido. 
Que para unos es vida, algarabía. 
Y para mi eterno dolor
Y cruenta espera.

MARCELA ISABEL CAYUELA 
Mayo 2015 - San Miguel de Tucumán - Argentina 

No hay comentarios:

Publicar un comentario