lunes, 11 de abril de 2016

VERDADES


--¿Dónde te escondes? – Escucho breve a mi pensamiento
--Tras del café y el humo de cigarrillo con sabor a mentiras viejas- Respondo en silencio
--¡Ven aquí! ¡Deja de ocultarte! – Insiste interpelando
Silencio…
No puedo. Dejo caer un par de lágrimas mientras muerdo impiadosa la humedad de mis labios vacíos de palabras.
No quiero salir…me siento bien aquí, a la sombra de la confianza que un día disfracé de lealtades compartidas.
Sin embargo la intrépida verdad nace insurgente a mis designios de negaciones sempiternas. Imperiosa, desobediente. Asumiendo la silueta majestuosa de un cóndor gigantesco, que al desplegar sus alas origina penumbras en los rincones más velados de mi alma.
Insobornable…
--¡Basta!- Estalla el sonido de mi voz quebrada de impotencia.
--¡jajajajajajajajaajja! – Se burla el pensamiento – ¡Allí estas pequeña gran cobarde!- ¡No puedes huir de mí! Yo soy tú, tu esencia, el sonido de tu llanto y la voz en grito de tu propio ser –
--Déjame creer…- suplico
--¡No puedes! ¡No debes!...Y lo sabes-
Si, lo sé. Lo he sabido siempre. Más el anhelo de una paz estructurada en la defensa no tuvo solidez suficiente como para enmudecer el aullido de esta realidad que se empecina en iluminar las sombras que abrigan la quietud de ensueño que cultivé durante tanto tiempo.
“Mentira…Estoy viviendo una mentira” Es la voz de mi conciencia dictando el sentimiento mientras toma posesión  del espacio gris en mi mente estremecida. Indefensa.
No todas las verdades duelen ni saben a traiciones, pero negar tan solo una nos desnuda ante la infamia de un enemigo cruel e inesperado, naciendo en sus propias botas mezquinas de razón y sentimiento.
Caen las barreras…Ya no lloro.
Termino mi café y me levanto de entre el tedio desolado de una tarde llena de epifanías nunca invitadas a compartir la mesa.
No hay tristeza…Un guerrero no puede lamentarse. Debe seguir luchando.
Es así…es solo eso, amigos que me escuchan…Es la vida.
Cierro el libro de historias color de rosa y recogiendo los pedazos de aquel sueño, paso los dedos por mi cabello en un suspiro…Y sigo mi camino.
Contigo…o sin ti.

MARCELA ISABEL CAYUELA
Abril 2016 – Argentina
(Derechos Reservados)

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