martes, 12 de abril de 2016

CUANDO AMANEZCA...




Y voy así…rodando como puedo en medio de la bruma que persiste en doblegar el despertar de mis sentidos. El juego maquiavélico de las máscaras se ha empeñado en profanar la idea perfecta. La meta.
¿Estaré inmersa yo también en el lúdico suceso?
No estoy segura, pero creo…si, lo creo.
Danza de caras y caretas, sorpresas impiadosas, golpes por la espalda y juicios que en nada se sustentan. ¿Cuándo aprenderemos los humanos a transitar existencias, desnudos  de cotidianos disfraces?
Y aquí estoy…dialogando con la incongruencia.
¡Corre! ¡Vuela! ¡Grita... ¡. ¡Existe! No te dobles ante el peso de los que a tu espalda se encadenan. Si has de caer… ¡Pues que sea! Deja de aferrarte al sueño de aquella idea. Aun de hinojos sobre el ardiente infierno has sabido levantarte…Una y otra vez, hasta cansarte. Y no es ahora que eso va a cambiar.
--¿Pero por qué?—Interroga inocente el desconsuelo.
--Pues porque estás viva—Responden mis recelos.
Y es que la vida que se vive con la intensidad del último aliento, ofende, lastima, duele. Ni siquiera se conmueve. Puedes llorar a gritos la injusticia de la incomprensión por ser quien eres. Más nada habrá cambiado en la mañana. No hay amor sin culpa ni culpa si de esa hiel no bebes.
Y esta bruma que me envuelve…
Llora destellos marchitos de un recuerdo que se muere. Risas montadas en un suspiro breve. Disolviéndose en agonías impertérritas, desmayando en los rincones de las propias sombras.
Duele…
Haber soñado tanto y escuchar la respuesta del vacío. Presencia ausente.
--¿Sabes? Lo esperaba.- Murmura el desengaño –Nunca ha sido diferente-
--Siempre es diferente – Insisto ya consciente –Cada día trae un nuevo dolor, un nuevo desafío y nunca se parecen –
  Pues aunque los sucesos se repitan con infinita cadencia consecuente, siempre te sorprenden. Porque somos frágiles, porque existimos inocentes. Anhelando una paz esquiva e indolente.
--Ya no importa…- Susurran los suspiros.
--Lo sé – Responde vibrando primigenio el último latido.
Se enerva mi sangre impelida por esta fuerza naciente de abisales profundidades que nunca quise navegar, por miedo de perderme. Pero palpita allí…perenne.
Y te digo adiós. Sigue tu camino, aléjate de mí y por favor…Nunca regreses.
Yo habré de recordarte, hasta que amanezca en el olvido.

MARCELA ISABEL CAYUELA
Abril 2016 – Argentina
(Derechos Reservados)


2 comentarios: