MÁS
ALLÁ DE LA HISTORIA
Capítulo
1
INSÓLITA
TRASLACIÓN
Lima, Perú, año 2017...
¿Dónde
estoy?- fue lo primero en preguntarse cuando recobró el sentido.
El
sitio era oscuro y húmedo, el aire se percibía denso, escaso de oxígeno y con
un penetrante olor a… ¿cal?
--¡¿Cómo
carajos llegué aquí?!—fue su segunda pregunta, solo que esta vez proferida en
voz alta.
Tanteó
alrededor notándose circundada por muros rugosos, en apariencia construidos con
ladrillo antiguo y sentada sobre un suelo cubierto de tierra suelta, mezclada
con una sustancia de textura diferente que no pudo distinguir.
Lo
último que recordaba era su caminata a través del Centro Histórico de Lima. Justo frente a la
Basílica de San Francisco de Asís, que junto al Convento y Museo homónimo, se imponían monumentales en las proximidades
del Santuario Nuestra Señora de la Soledad y la Iglesia del Milagro.
Daniela
tomaba fotografías de aquel rincón artísticamente maravilloso, acogedor y pleno
de historia. Había llegado a Lima apenas dos días atrás, como turista y por su
cuenta. Odiaba los tours. Apreciaba en demasía su criterio de vagabunda
solitaria, siguiendo el propio instinto y en silencio; sin verse obligada a
escuchar el perenne y monocorde
parlotear de esos fastidiosos guías de turismo.
Memoró
el atardecer bañando con su luminiscencia la majestuosidad arquitectónica de
aquellos edificios y el hecho de que ella consideró que no tendría una mejor
ocasión de captar tamaña belleza en
imágenes. Evocando las últimas fotografías, le vino a la mente haber tomado la
entrada al Convento; en cuyo interior, se situaban las renombradas catacumbas
(llamadas de este modo debido a su
semejanza con las romanas) Se trataba de una serie de pasajes subterráneos,
donde en la antigüedad, sepultaron a más de 25.000 habitantes de la capital.
Como así también a las víctimas de la peste negra, viruela, lepra y rabia,
enfermedades que los colonos trajeron a partir del siglo XV, en sus idas y
venidas desde el viejo continente. Incrementando, a causa del contagio, la tasa
de mortandad en todo el Virreinato del Perú.
Por
ese entonces, desfasada la capacidad de los cementerios, la población dejaba a
sus muertos en las Iglesias, distribuidas casi en cada esquina de la ciudad. No
obstante, llegó el momento en que incluso éstas, no dieron abasto para albergar
tan próvida cantidad de cadáveres, resolviéndose ampliar la red de túneles. Estos se extendían
básicamente, desde un extremo de la Catedral de Lima, pasando al norte por la
Basílica y Convento de San Francisco hasta expandirse por el sur de la ciudad, hacia
el Convento de Santo Domingo.
Daniela
era una apasionada estudiante de Historia, a punto de culminar su tesis de post
grado, basada precisamente en la época pre y pos colombina de Sudamérica. Había dejado Perú como destino
final de su recorrido por el continente considerando que en ningún otro sitio
como en este país, fragmentos de historia aun emergían sorprendentes e
ignorados por sus habitantes a la vuelta de cada esquina; despertando el
misticismo de lo inasequible en quienes
como ella, supiesen apreciarlo. Sin embargo y, aunque estaba dentro de sus
planes, no esperaba ingresar al recinto subterráneo aquella tarde. Debido a lo
avanzado del horario, decidió posponerlo para el siguiente día, aprovechando las
últimas horas del ocaso en recopilar suficientes imágenes de la zona.
………….
--¡Mierda!—excalmó
Daniela manoteando en busca de su mochila.
Pretendía
encontrar en ella, una linterna de mano que siempre llevaba consigo. Comenzaba a
sospechar que por inverosímil que pareciese…se hallaba en el interior de las
famosas catacumbas.
Continuará….
© MARCELA ISABEL CAYUELA
(Derechos Reservados)
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