Estaba cansado, harto de sus desprecios, sus
rechazos, su reticencia. Hoy estaba decidido a confrontarla. No más postergaciones,
ni mañanas de espera, ni obsequios menospreciados. La esperó donde cada día.
Ésta vez tenía un buen argumento y algo que no podría rechazar. Cuando Laura
llegó con su cara de fastidio, él la enfrentó, munido de toda su entereza y
decisión. Y finalmente sucedió, Carlos quedó muy satisfecho, con una sonrisa
depositó el más tierno de los besos sobre los labios de Laura y se marchó,
canturreando suavemente. Arrojó a lo lejos el estuche en que llevara su regalo,
que ahora Laura lucía sobre sí, mientras reposaba sobre un gran charco de su
propia sangre.
MARCELA ISABEL CAYUELA
2015-Argentina
(Derechos Reservados)
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