TANTOS AÑOS
Han pasado tantos años….tantos. Esperando que el recuerdo
se
transmute en realidad u olvido.
Tantos años memorando esos rojos rizos que enmarcaban
tu sonrisa
con frenillos, sentada justo allí a mi lado, en
aquellos pupitres dobles de la
escuelita provincial. Nunca
me mirabas y el arrebol de mis mejillas te lo
agradecía. 5°
grado B y ya estaba enamorado para siempre. Angustiado
por
detener el tiempo y la primaria no tuviese fin.
Adivinando dónde continuarías tus
estudios, en que
secundaria e inscribiéndome en todas para no perder la
oportunidad de seguir teniéndote muy cerca. Sin embargo,
terminado el 7°, jamás volví a verte.
Tantos años transcurridos sin lograr borrarte de mi mente.
Hasta terminar la universidad. El día de mi graduación
sintiéndome más solo que
un perro callejero, me senté en
aquella banca de la plaza principal. Entonces
te vi pasar. Mi
corazón comenzó a palpitar desbocado mientras mis manos
temblaban poco menos que mis rodillas, desobedeciendo
mis deseos de cruzarme en
tu camino.
Lucía….mi Lucía. Cual si un ángel te alertase, me miraste, tu
sonrisa se colgó en el tiempo suspendida con un dejo de
amargura. Tus manos
descendieron hasta acariciar tu
vientre redondeado mientras aquel hombre te alcanzaba y,
tomándote del brazo te alejaba en dirección contraria a
nuestro encuentro. Por
encima de su hombro volteaste a
verme y en ese instante por fin supe, que también tú me
habías amado.
Amor platónico de niños que sin saberlo, marcara a fuego
nuestra ausencia arrepentida de silencios.
Desde entonces, ni la lluvia, ni el invierno, ni la vida,
impidieron me sentara día a día en la misma banca, a la
misma hora y en la
misma plaza, perseverando con idéntica
esperanza: Volver a verte, aunque ya
nunca fueras mía.
Quién sabe cuántas vueltas dieron las manecillas del reloj
finito que pende entre las manos del Hacedor. Lo único que
sé, es que aún te
espero. Que bajo mis pies ya no yace la
misma tierra que nos vio nacer
permitiendo solo
vislumbrarnos. Que mi corazón ha dejado de latir y que mi
banca reposa entre las nubes de un paraíso silencioso,
expectante….y que aún te
espera.
MARCELA ISABEL CAYUELA
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