miércoles, 8 de febrero de 2017

TANTOS AÑOS


Han pasado tantos años….tantos. Esperando que el recuerdo 

se transmute en realidad u olvido.


Tantos años memorando esos rojos rizos que enmarcaban 

tu sonrisa con frenillos, sentada justo allí a mi lado, en 

aquellos pupitres dobles de la escuelita provincial. Nunca 

me mirabas y el arrebol de mis mejillas te lo agradecía. 5° 

grado B y ya estaba enamorado para siempre. Angustiado 

por detener el tiempo y la primaria no tuviese fin. 

Adivinando dónde continuarías tus estudios, en que 

secundaria e inscribiéndome en todas para no perder la 

oportunidad de seguir teniéndote muy cerca. Sin embargo,  

terminado el 7°, jamás volví a verte.



Tantos años transcurridos sin lograr borrarte de mi mente. 

Hasta terminar la universidad. El día de mi graduación 

sintiéndome más solo que un perro callejero, me senté en 

aquella banca de la plaza principal. Entonces te vi pasar. Mi 

corazón comenzó a palpitar desbocado mientras mis manos 

temblaban poco menos que mis rodillas, desobedeciendo 

mis deseos de cruzarme en tu camino.



Lucía….mi Lucía. Cual si un ángel te alertase, me miraste, tu 

sonrisa se colgó en el tiempo suspendida con un dejo de 

amargura. Tus manos descendieron hasta acariciar tu 

vientre redondeado  mientras aquel hombre te alcanzaba y, 

tomándote del brazo te alejaba en dirección contraria a 

nuestro encuentro. Por encima de su hombro volteaste a 

verme y en ese instante por  fin supe, que también tú me 

habías amado.



Amor platónico de niños que sin saberlo, marcara a fuego 

nuestra ausencia arrepentida de silencios.



Desde entonces, ni la lluvia, ni el invierno, ni la vida, 

impidieron me sentara día a día  en la misma banca, a la 

misma hora y en la misma plaza, perseverando con idéntica 

esperanza: Volver a verte, aunque ya nunca fueras mía.



Quién sabe cuántas vueltas dieron las manecillas del reloj 

finito que pende entre las manos del Hacedor. Lo único que 

sé, es que aún te espero. Que bajo mis pies ya no yace la 

misma tierra que nos vio nacer permitiendo solo 

vislumbrarnos. Que mi corazón ha dejado de latir y que mi 

banca reposa entre las nubes de un paraíso silencioso, 

expectante….y que aún te espera.





MARCELA ISABEL CAYUELA

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