LA BÚSQUEDA
He buscado mi hogar ideal toda la vida. Transité todos y
cada uno de los caminos que podrían conducirme hacia su encuentro. Los años
transcurrieron ignorando el humano afán
por detener el tiempo y mi espalda se curvó bajo el peso de hondas decepciones
y un extenso compilado de experiencias. Pero sigo sin hallar mi hogar. Ahora
permanezco inmóvil, mustia y abatida…sintiéndome cansada. Incluso la esperanza
cavó una fosa en el sótano del alma para huir de mi tristeza y alcanzar la
dicha de volver a ver de una ilusión el resplandor.
¿Habré de perecer sin descubrir mi hogar? ¿Dónde está que no logré
encontrarlo?
Aquel fue mi último pensamiento aquella noche. El manto
de la sombra que el aliento hurta, cubrió piadoso el quebranto de una espera
que no cesa, llevándome consigo. Cuando abrí los ojos no había cielo, tampoco
infierno. Frente a mí se alzaba misteriosa y fascinante, la última morada… el
hogar que yo anhelaba.
© MARCELA ISABEL CAYUELA
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