jueves, 19 de noviembre de 2015

Y YA NO LLUEVE...

 
Y la siento allí…como un recuerdo fugaz de tu mentir perenne.

Siento que crece, nace y no subyace desde lo más profundo

Mis manos tiemblan, se estremece la piel sobre mi pecho y presiona duro contra un corazón que por vivir late insistente

Anegado el cielo, ya no llueve…pero el estruendo de la tormenta repercute incontenible en mi mente que casi no llega a contenerse.

Solo unos pocos pasos te separan de mi paz inerte.

Y ya no llueve…

El eco de palabras que pronuncias repercute en mis oídos como si quisieran detenerme

Ni siquiera sabes, mi amor mentido, cuan cerca te encuentras de las más dolorosa y desolada de todas las posibles muertes.

Crudo el puñal de mis sentidos amenaza cruzar hacia tu suerte.

En la oscura noche nace la aurora enfurecida…te aseguro, debes de temerle…

Y ya no llueve…

No barrerán las aguas, amargas señales de aquello que se viene.

Repito: La ira nace….cuando yace la paz inerte…

¡Cuídate!…Mi ser ya clama por acabar contigo y todo lo que de ti proviene…

¡Prepárate!…No existe negación que pueda contenerme

¡Ponte de pie!...Viste tu valor, aparenta ser un hombre.

¡Corre!...Se han roto las cadenas donde mi furia crece.

A por ti voy, enarbolando el odio que alimentó tu falsedad, tu hipocresía y ese mentir por siempre.

Mis ojos enfrentan los tuyos… esos enormes ojos verdes

Entonces lo sabes, descubres que te alcanza la siega de la muerte.

Asesina daga que mi puño contra ti, muy dentro sostiene.

Empuja y gira bañando cada centímetro del tiempo, con tu sangre que ya no se detiene.

Sorpresa y dolor en la mirada que se apaga lentamente

Mientras mis brazos fuerte, el eterno adiós sostienen

Nada que hablar…ni siquiera recordar.

Momentos que se hunden en el océano que cobijó el amor, un pasado que hoy perece inerme.

Y se ahoga en el tiempo, cubierto el firmamento donde los sueños mueren.

Te amé un día, me amaste ayer, tal vez fue nunca.

Y nunca digas siempre…el espacio arrebata las palabras que nos comprometen.

Y es hoy por siempre, el adiós perenne en tu presente muerte.

Se cierran tus ojos, la oscuridad te envuelve.

Retiro de tu pecho el puñal, bajo la vista, no hay culpas… quizá de pronto, una lágrima invisible.

Cierro la puerta frente a ti… más palabras hieren

Mi espalda contra la misma, inspiro fuerte.

Asesiné el amor y con él todas las traiciones

Todas las mentiras, todo anhelo inconsistente.

Del otro lado de la entrada un camino deparará tu suerte

De este lado quedo mi vida, herida por la condena de matarte sin nunca lograr tenerte.

Quien fuera mi gran amor…feneció bajo mi mano siendo ese el fatal destino de nuestro "Por siempre…y para siempre"

Y ya no llueve….

MARCELA ISABEL CAYUELA

Noviembre 2015 - Argentina

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